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23/12/2011 - La ética en las empresas – José Carlos Teixeira Moreira

Empresas son personas reunidas en torno de una propuesta que las moviliza en un determinado momento de sus vidas. El CNPJ (Registro Nacional de Personas Jurídicas) es apenas una disposición jurídica para otorgarles una cierta identidad en el campo físico.

Todo pasa en una empresa como si fuese una comunidad de intereses, o sea, una relación temporal entre seres. Las personas son llevadas a ser colaboradores movidas por múltiples motivos personales, en la expectativa de que, haciendo así, están a camino de lo que imaginan ser su realización.

Acontece que vivir entre otros, encontrar su espacio, poder hacer lo que debe ser hecho requiere hacer parte y mejorar contextos donde la colaboración y la solidaridad sean un valor. Nada en una empresa consigue acontecer, de hecho, que no sea a través de un trabajo en equipo. Acciones solitarias, al sabor de motivación individual, son siempre puntuales, de alto costo, de efecto pasajero y de resultado pálido.

Las compañías más atentas saben de eso y no miden esfuerzos para que sus colaboradores se encuentren en un ambiente que promueva la concertación, o sea, la posibilidad de que todos actúen como en una orquesta movida por la ética del placer. Dese modo, cuando se juntan personas que buscan su realización a través de tareas que se suman, si no hay un equilibrio entre sus intereses, los resultados finales quedan tullidos por los conflictos resultantes de aquellos mismos intereses.

Equilibrio es una buena forma de entender la cuestión ética. No confundir con la moral. Esa no es relativa; dice de la dimensión del ser humano en cualquier cultura. En ese sentido, cuidar de la ética en las empresas no se trata de ser bueno o malo, pero sí de puro business. Ser ético es asegurar resultados superiores y admirables.

Lo que más infecta la ética en la empresa, sacándole la fuerza, es la falta de consistencia de la alta administración en su conducta frente a los desafíos cotidianos. Inconsistencia entre lo que es dicho y lo que es hecho, posiciones dudosas frente a las cuestiones de derecho de sus colaboradores, clientes, proveedores, accionistas, gobierno y la comunidad en que actúa.

Actitudes evasivas, con relación a necesidades sociales incuestionables, dan el tiro de misericordia en la percepción de todos con relación a la ética de la organización.

Como la ética no es algo que se obtenga a partir de cursos, tours tecnológicos o benchmarking, sólo nos resta celar, a cada paso, por el binomio realización y conducta de todas las personas que hacen su futuro, comenzando por sus colaboradores. Inclusive porque nadie da lo que no tiene.

Es preciso garantizar que la realización y la conducta sean los predicados más notables de la organización por el testimonio en cualquier circunstancia del día a día. Celar por la ética significa no permitir que gestos, decisiones y principalmente procedimientos administrativos corrompan los principios humanos de la seguridad, de la autoestima y de la justicia con las personas.

Es fundamental dar musculatura a la empresa para que se defienda de la tentación de salir de lo más cierto para lo más práctico. Reforzar el empeño de la empresa por lo verdadero, envés de “en nuestro mercado todo mundo hace así”. Abandonar lo apurado y de cualquier forma para lo más veloz y esmerado.

El valor de una empresa, en el foco de sus clientes, es una percepción; el precio, en el foco de sus clientes, es siempre una cuestión psicológica. Los resultados, aún cuando positivos, tienen su evaluación sujeta a cuestiones psicológicas de quien los analiza. Una organización inteligente navega cómodamente en dimensiones psicológicas y emocionales, por eso conquista resultados sorprendentes. Por eso, la ética es el mayor activo psicológico de esos emprendimientos de éxito.

*José Carlos Teixeira Moreira es presidente de la JCTN Marketing Industrial y de la Escuela de Marketing Industrial.

jctm@marketingindustrial.com.br

Fuente: Siderurgia Brasil / Foundry Gate